La juventud es corta, la vejez muy larga...
En el
poco recorrido de mi vida he conocido a muchos hippies. Los hippies aniñados,
por ejemplo, aquellos que tienen mucho dinero, pero deciden vestirse a lo
“mamarracho” para irse en contra de algo o de alguien. Existen los hippies
fashion, ósea los que tienen la pinta pero no la ideología, es decir, los que
son hippies por la moda.
También
hay los hippies a medias, son esas
personas que les gusta ser hippies pero no saben por qué. Y por último los
hippies berracos. Esos son los verdaderos hippies. Son esas personas que se
viajan el mundo de cabo a rabo, vendiendo artesanías de cinco dólares y viviendo
la vida “en paz”.
Así
es el “Hippie Plumas”. Cuando le pregunté su nombre me dijo “me llamo Pluma, mi
nombre verdadero lo olvidé hace años”. Un tipo bastante singular, tenía puesto
unos lentes a lo John Lennon, una máscara transparente que protegía su rostro,
y muchas plumas que rodeaban su cabeza.
La
manera en cómo nos conocimos no fue muy agradable. Lo vi sentado en una pequeña estructura de
cemento. Sobre su rostro llevaba la máscara transparente, y tallaba algo sobre
una superficie de madera. El “click” de mi cámara lo molestó mucho: “!No me
tomes fotos que robas el alma de mi arte!”
Sorprendida
por la respuesta me acerqué a él y le dije que no se enojara. El hombre
bastante molesto, dejó de tallar su artesanía en la superficie de madera y me
dijo: “ese es el problema con ustedes los turistas, creen que pueden tomar
fotos a quien quiera. Lo único que yo pido es un poco de cortesía. Diferente
hubiera sido que vos me preguntes si podías sacarme una foto”.
El
hombre, aun más molesto, sacó una cámara de su bolsillo y me tomó una
fotografía: “viste que es feo que te tomen una foto sin tu permiso”, mencionó
el hippie. En realidad no me había molestado que el hippie me haya tomado una
fotografía, más bien me sorprendió que haya tenido una cámara. Lo único que
pensé fue: “encontré a un hippie digitalizado”.
Asombrada
por su reacción tan inusual, pude darme cuenta que en su cámara tenía
fotografías de labios de mujeres. “Tengo una obsesión por los labios, me gustan
los labios carnudos, así como los tuyos”. Intimidada por esa afirmación le
pregunté que iba hacer con esas fotografías. Me dijo que quería hacer postales
y venderlas. “He viajado por todo el mundo, y tengo un montón de fotografías de
labios de mujeres. Mira, esta fotografía tomé en el avión”.
Otra
cosa que me sorprendió, un hippie que se trata bien, pensé. Me dijo: “con el
dinero de mis artesanías puedo darme el lujo de viajar en avión y así he
conocido todo el mundo, muy rara vez voy en autobús”. Y es que el Hippie Plumas
se dedica a hacer artesanías en monedas, tallando en el centro de la moneda
rostros de famosos como Jim Morrison, John Lennon, Marilyn Monroe, y hasta
Jesús. Esto lo lleva haciendo casi toda su vida, mas o menos, 25 años.
Dependiendo
del día, Pluma vende 200 dólares en artesanías, pero si son días no muy buenos,
vende hasta 50 dólares, nada mal la verdad, considerando que si ganara 200
dólares diarios, durante cinco días a la semana, ganaría en total 4000 dólares
mensuales. “Gracias al pibe de arriba me ha ido muy bien, con lo que he ganado
en mis artesanías he podido comprarme un departamento en Baños y otro en
Otavalo ”
“El
pibe de arriba”, ¿un hippie que cree en Dios?, pensé. Muy amablemente le dije
que no era creyente, prefiero ser escéptica
con ese tipo de cosas. A propósito, el Hippie Plumas proviene de la
frontera con Bolivia y Argentina, sin duda pude darme cuenta que es más
argentino que boliviano, pues su extremo egocentrismo le bailaba por el cuerpo
como un aura.
“Ustedes los ecuatorianos tienen un problema. Son amables con los extranjeros, pero descorteces con su propia gente. No tienen su idiosincrasia bien formada, en cambio nosotros, los argentinos,
somos de descendencia italiana y sabemos lo
que queremos. ” Esa afirmación fue la determinante para irme de ese lugar.
Me
pare, me despedí, y le dije “que seas de descendencia europea no te hace mejor
que nosotros. No entiendo que haces en el Ecuador. Te podemos contagiar nuestra idiosincrasia
mal formada.” El hippie puso cara de consternación y no supo que responderme.
Me aleje molesta, esquivando los puestitos de artesanías de la Plaza de Ponchos
de Otavalo. Mientras que el hippie se quedó solo con sus plumas, sus monedas y
sus fotografías de labios.
Bien!! Así se hace flaca, no debemos permitir que los extranjeros vengan a nuestro país a decirnos que hacer, cuando los suyos no nos superan en nada. EL hippie pluma parece descendiente de chinos y se cree descendiente de italianos. Hasta se olvida que es latinoamericano.
ResponderEliminarTe felicito por tu trabajo y sobre todo por tu personalidad, no eres de tendencia subalterna, es decir tienes identidad y orgullo de ser ecuatoriana. De uno depende la subalternidad,los complejos hacen que la gente veneré a los extranjeros, las personas como tu, representan a los ecuatorianos valientes, seguros, dignos y con una fuerza moral superior, la misma que permitirá el cambio de paradigmas en el país.
Ojala muchos siguieran tu ejemplo.
Me he maravillado con tu trabajo flaquita.
Abrazo
Silvia Chiriboga