La
polémica ley desató varias reacciones en la población, especialmente de los
medios privados, quienes manifestaban que este plebiscito iba en contra de la
libertad de expresión.
En
este marco, la SECOM (Secretaria Nacional de Comunicación del Ecuador),
organizó la CUPRE, primera cumbre para un periodismo responsable, los días 19 y
20 de Junio en Guayaquil
Más
que un periodismo responsable, la CUPRE representaba un movimiento inteligente
y estratégico para demostrar que en el Ecuador si existe la libertad de
expresión, si es que la misma es tratada con responsabilidad.
La
mañana del 19 de Junio, personas de todas partes del Ecuador, se reunieron en
el Parque Histórico de Guayaquil para dar inicio a esta cumbre. Muchas
expectativas se generaron para este gran evento, lo cierto es que ninguna de
ellas se las logró cumplir.
Ríos
de gente haciendo fila para poder entrar, el sistema de inscripciones colapsó,
los nombres de las personas inscritas no constaban en el sistema, no había
suficiente espacio para albergar a tanta gente. Se corrían rumores de que todo
esto estaba sucediendo, porque en la plataforma virtual de la CUPRE, se les
había olvidado cerrar las inscripciones.
Se
podía apreciar rostros de desesperación y de agotamiento por tanta espera. Lo
cierto es que tanta gente desesperada en un solo lugar, significaba la visita
del presidente Rafael Correa, quien por cierto dio la primera charla magistral
para esta cumbre.
Cuando
el mandatario terminó su charla, instantáneamente el Parque Histórico de
Guayaquil se convirtió en un pueblo fantasma. El conglomerado humano que estaba
en desesperación por asistir al evento, había desaparecido como por arte de
magia.
Y el
segundo día no fue la excepción. El 20 de junio era el último día de las
charlas. Por supuesto que había menos gente, tal vez encontraron algo mejor que
hacer, pues créanme que la decepción pudo más que lo magistral.
Sin
embargo, como por arte de magia, nuevamente el conglomerado humano volvió para
presenciar una de las charlas finales. Y es que no era cualquier ponencia,
Julian Asange estaría en vivo a través de una video conferencia.
Habían
más de 200 personas en la sala principal, y quien sabe cuántas más en las salas
aledañas. Gente impaciente, gente con calor, gente desesperada. Todas ellas
aguardando el momento para ver a Assange.
Finalmente
el polémico Julian apareció en pantalla: “Hi Ecuador, do you hear me?”.
Inmediatamente fue recibido por aplausos del público. Parecía como si hubieran
visto a Madonna. La gente aplaudía con tal emoción, que el señor Assange pudo
convertirse en una estrella de Hollywood durante esos minutos.
La
ponencia de este emblemático personaje estuvo atado a los wikileaks y al juego
de poder que pocos tienen para controlar la información. En este sentido, el
juego de la comunicación y la generación de opinión publica, se ve manejada por
países que tienen las posibilidades económicas de hacerlo.
La
sala principal de la cumbre, parecía una sala de zombies. Las personas no
quitaban la mirada de la pantalla y escuchaban con exagerada atención la
ponencia del señor Assange. Finalmente, se dio paso a la ronda de preguntas.
Afortunadamente me dieron la oportunidad para interrogarle a Julian Assange.
Los
zombies despertaron de su eterno descanso y esa sala parecía una jungla. Todos
querían preguntarle algo a Assange, pero solo cuatro fuimos escogidos de entre
tantos muertos. La primera era yo. Tenía una pregunta perfecta: “Julian, a raíz
de la filtración de información de los wikileaks, y la polémica mundial que
usted ha desatado, ¿qué mensaje o qué enseñanza nos deja a nosotros,
estudiantes universitarios de periodismo, este acontecimiento?”
Con
los nervios de punta, veía a Assange por la pantalla de una laptop. Él tan
tranquilo, simplemente aguardaba para contestar
las preguntas. De repente una chica se acercó apresurada y le arranchó el
micrófono a uno de los organizadores. Se puso al frente de la laptop y lanzó
una pregunta. Su pregunta fue tan irrelevante que ni si quiera me acuerdo cual
era.
Lo
cierto es que indignada tuve que esperar al segundo turno. Assange simplemente
se limitó a contestar la pregunta absurda que le habían hecho. Aun con nervios,
repasaba una y otra vez la pregunta que tenía en mi mente, cuando de repente
sucedió lo más frustrante.
“Bueno
se acaba de perder la conexión con Assange, ya no habrán mas preguntas”,
mencionó uno de los organizadores. Esa frase me carcomió el estómago y la
frustración corría por mis venas. El señor Assange se había extendido demasiado
en su ponencia, y tenia un limite de tiempo para permanecer conectado a la video
conferencia. Ese fue el día que Julian Assange me dejó plantada.
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